Hoy
es un gran día. Estoy iniciando una nueva vida. Hace dos meses que no veía a
Roberto. Quería sentir nuevamente la piel de la persona a la que amaba con toda
mi alma. Deseaba bailar con él, sentir sus besos, sus caricias y sus labios
cerca de todo mi cuerpo. Recrear esos espacios que solo eran de los dos. Todo
era producto de mi imaginación. No sabía cómo lograrlo.
Tal
vez Jorge tenía razón: buscar la persona adecuada en el amor. Aquella que
provea el fuego en la relación. Pero siempre elegimos la comodidad, la
costumbre y la seguridad. Aunque se convierte en algo tedioso y lo disfrazamos
de amor, nadie sabe por qué decidimos este camino. ¿Lo hacemos para evitar la
soledad? Quizá solo por construir una relación de amor-amistad.
Lo
que si tengo bien claro es que mi antigua relación se alimentó de misterio y
rutina. Las mujeres somos
educadas para complacer, ser lindas, amorosas, disponibles, predecibles y
virtuosas y esperar al príncipe azul por el “felices para siempre” en nuestro
cuento de hadas. Esa idea, fortalecida a base de novelas, rosas y malos
consejos, nos hace pensar que somos la mitad de algo. Una naranja partida que
necesita a la otra mitad para sentirse completa, hecha y realizada. Para
conseguir mi felicidad sé que esto no sucedería conmigo. No quería seguir ese
estereotipo. Siendo así, no he llegado a ningún lado. Mis relaciones fracasan,
los hombres me timan y mis padres no están conformes con lo que soy. Dejaré de
ser la niña buena. Ahora seré imperfecta, dura, indisponible, impredecible y,
sobre todo, erótica; una mujer alegre y segura de mi misma, dueña de mi propia felicidad: esto
me haría más atractiva.
Hace 7 meses que voy al Gym. Debía parecer difícil para provocar a mi instructor. Su nombre
es Dilan. Éramos muy buenos amigos
pero quería sentir sus labios. El problema era que él tenía novia. Yo deseaba
estar con él pero no teníamos oportunidad ni lugar.
Un jueves se acercó a decirme la rutina que debía
hacer pero fingí que se me cayó una pesa. De inmediato se acercó a ayudarme y
aproveche esa oportunidad: lo tomé por el cuello y comencé a besarlo. Sin darnos cuenta, llegamos a los
vestidores y ahí comenzó la acción. Me puso contra un locker. Con sus suaves manos acaricio y beso todo mi cuerpo. Se
acercó Laura, su amiga, nos miró impactada y, sin pensárselo, se apresuró a
desnudar a Dilan. Ella me beso y yo seguí su juego. Con mi mano sentí como se
humedecían sus labios. De pronto, él se excitaba más y más al escuchar mis
gemidos de placer y Laura continuaba tocando mis senos. No quería que
terminara, pero todo lo que empieza tiene un fin. Ese momento fue glorioso. Lo
repetiría, pues fue una experiencia maravillosa. Lo toque, lo sentí, lo acaricie.
Y hacerlo en trío: ¡Uf! Es lo mejor
que pude haber probado.
Aquel día, al terminar de hacerlo, Laura me dijo
que lo había hecho mucho mejor que Lola. “¿Lola?
¿Conociste a Lola?”, pregunté. “Si.
¿Acaso no sabías que era mi pareja?” respondió.
Laura me hizo pensar en que había difamado a mi
mejor amiga. Yo creía que ella era la amante de Roberto. Realmente estaba muy
equivocada. Lolita era lesbiana y ya no podía disculparme porque ahora estaba
muerta. Seguí en el Gym y la relación
con Dilan seguía siendo de amigos. Ya nos veíamos con más cariño desde aquel
día.
Se preguntaran que pasó con Roberto. Él comenzó a
traficar mujeres, las vendía y, el día menos esperado, sus mismos colegas lo
mataron.
Jorge se hizo gay
y ¿yo? Yo estoy trabajando en un table
dance. Gano mucho dinero. Ya tengo clientes frecuentes pero lo que más me
gusta es bailar.