Este blog forma parte del proyecto narrativo Cuéntalo Todo, bajo la dirección del maestro Sandro Cohen dentro de la materia Redacción Universitaria del Departamento de Humanidades, División de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco.



domingo, 21 de octubre de 2012

Sonrisa vertical

“Te extraño tanto, hermosa, y deseo hacer el amor contigo, como lo hacíamos aquellos días en los que estábamos juntos, acostados en la cama, entre sábanas de seda”. Fue lo que escuché en la radio, mientras cocinaba un rico postre para Roberto, pues esta noche le dare una sorpresa, algo que será inolvidable. Esto sera por motivo de nuestro compromiso: pronto nos casaremos.
Ya era tarde, el reloj marcaba las seis, debía apresurarme. Fui a ducharme y al terminar, froté cada parte de mi cuerpo con la fragancia que más le gustaba, me puse el liguero que me regaló y en ese momento escuché su voz diciéndome: "mi amor, ya llegué. ¿En dónde estás?". "Sube", le respondí.
De pronto sentí que sus manos estaban alrededor de mi cintura, comencé a sentir sus caricias y besos. Su boca recorría todo mi cuerpo y de repente sonó el despertador. Todo había sido un maravilloso sueño.
Estaba cursando el primer trimestre de mi carrera en la universidad y no existía tal compromiso. Por el momento solo éramos novios, pero existía un problema. Roberto había salido de viaje a Hawái por cuestiones de trabajo. Me sentía muy sola. No tenía quien me diera cariño ni besos. Aquellos labios exquisitos no los podría probar en un largo tiempo.
Mis labios se sentían solos, abandonados y únicamente podían tener mi mano cerca cuando los tocaba. Al acordarme de él los acariciaba y recordaba cada beso que me daba. Nada era lo mismo sin él. Al llegar a mi casa le llamé y lo único que logré escuchar fueron gemidos de placer, risas y besos; me enojé mucho y arrojé el celular al suelo.
Durante la noche no pude dormir. Solo lloraba, pues no quería imaginar que era Roberto con alguien más. Tan pronto como amaneció, llamé a Lola. Le dije que si la podía ir a visitar pero ella me respondió que no. Muy nerviosa me dijo que estaba en Hawái por un viaje de placer. ¿Viaje de placer? "Pero si tu odias viajar, Lolita", dije, y ella respondió: "Hasta luego, Jenny, tengo asuntos pendientes", y colgó.
Fue muy extraño porque era el mismo lugar al que Roberto había viajado y comencé a imaginar. No era casualidad que ambos estuvieran ahí y con lo que escuché anoche, no sabía qué pensar. Roberto no se había comunicado conmigo, pensaba que él me engaña con mi mejor amiga, y debo buscar la manera de vengarme, debía pagarle con la misma moneda, pues mientras mis labios lloraban en su ausencia, ellos se divertían.
Al estar en la escuela conocí a un joven muy guapo, con mirada profunda y porte elegante. Me gustó; él besaba riquísimo. Su boca sabía a menta y sus labios eran suaves y eficaces. Sin dejar de besarme, tomó mi cintura. Comenzó a acariciarme. Acarició mis muslos y buscó reacciones entre mis piernas. Rozó mi lencería. Me sonrojé. Él sonrió y me apretó contra su cuerpo haciendo de aquel beso una experiencia más franca.
No quería sentir culpa, así que le llame a Roberto. Al fin contesto, pero lo único que me dijo fue: "Estoy en junta, cariño, luego te marco, pero no olvides cuanto te quiero". ¿Cuánto me quiere? Me dejó estas palabras para reflexionar sobre si me engañaba o mi mente estaba jugando conmigo.

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